Una Filosofía Adventista del Séptimo Día acerca de la Música
(Este documento fue aprobado por la Junta Ejecutiva de la Asociación General de la IASD en el Concilio Anual, en Silver Spring, Maryland, el 13 de octubre de 2004)
“Una Filosofía Adventista del Séptimo Día acerca de la Música”
Dios ha entretejido la música en la trama misma de su creación. Leemos que cuando hizo todas las cosas “alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios” (Job 38:7). El libro de Apocalipsis describe el cielo como un lugar de alabanza incesante, que resuena en cánticos de adoración a Dios y al Cordero por parte de todos (Apocalipsis 4:9-11; 5:9-13; 7:10-12; 12:10-12; 14:1-3; 15:2-4; 19:1-8).
Debido a que Dios hizo al ser humano a su imagen, compartimos el amor y el aprecio por la música con todos los seres creados. De hecho, la música puede tocarnos y conmovernos con un poder que va más allá de las palabras o cualquier otro tipo de comunicación (1). La mejor música, la más pura, eleva nuestro ser hasta la misma presencia de Dios, donde los ángeles y los seres no caídos lo adoran con cánticos.
Pero el pecado ha lanzado una plaga sobre la creación. La imagen divina ha sido desfigurada y casi borrada; en todos los aspectos, este mundo y los dones de Dios nos llegan con una mezcla del bien y del mal. La música no es moral ni espiritualmente neutra. Puede elevarnos hasta la experiencia humana más sublime o puede ser usada por el príncipe del mal para rebajarnos y degradarnos, para despertar sensualidad, pasiones, desesperación, ira y odio.
La mensajera de Señor, Elena G. de White, continuamente nos anima a elevar nuestra perspectiva en cuanto a la música. Ella nos dice: «Cuando no se abusa de la música, esta es una gran bendición; pero mal empleada, es una terrible maldición» (El hogar cristiano, página 371) (2). «Debidamente empleada, es un precioso don de Dios, destinado a elevar los pensamientos hacia temas más nobles, y a inspirar y levantar el alma» (La educación, página 167).
En cuanto al poder del canto, ella escribe: «Es uno de los medios más eficaces para grabar en el corazón la verdad espiritual. Cuán a menudo la memoria recuerda alguna palabra de Dios al alma oprimida y a punto de desesperar, (mediante el tema olvidado de algún canto de la infancia), y entonces las tentaciones pierden su poder, la vida adquiere nuevo significado y nuevo propósito y se imparte valor y alegría a otras almas […] Como parte del servicio religioso, el canto no es menos importante que la oración. En realidad, más de un canto es una oración […] Al conducirnos nuestro Redentor al umbral de lo infinito, inundado con la gloria de Dios, podremos comprender los temas de alabanzas y acción de gracias del coro celestial que rodea el trono, y al despertarse el eco del canto de los ángeles en nuestros hogares terrenales, los corazones serán acercados más a los cantores celestiales. La comunión con el cielo empieza en la tierra. Aquí aprendemos la clave de su alabanza. (La educación, página 169).
Como Adventistas del Séptimo Día, creemos y predicamos que Jesús pronto vendra otra vez. En nuestra proclamación mundial de los mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis 14:6-12 llamamos a todos los pueblos para aceptar el evangelio eterno, alabar a Dios el Creador y prepararse para encontrar a nuestro Señor en su pronto regreso. Desafiamos a todos a elegir lo bueno y no lo malo, para que «renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo» (Tito 2:12,13).
Creemos que el evangelio afecta a todos los aspectos de la vida. Por eso, sostenemos que, dado el vasto potencial de la música para el bien o para el mal, no podemos ser indiferentes ante ella. Aunque percibimos que los gustos en música varían en gran manera de un individuo a otro, creemos que la Biblia y los escritos de Elena G. de White sugieren principios que pueden moldear nuestras elecciones.
«Música Sacra» (también llamada música religiosa) es una expresión que se usa en este documento para designar a la música que se centraliza en Dios, y en temas bíblicos y cristianos. En la mayoría de los casos, es música compuesta para ser utilizada en los cultos, en las reuniones de evangelización, o en la devoción personal, y puede ser música vocal e instrumental. Sin embargo, no toda música considerada sacra/religiosa puede ser aceptable para un Adventista del Séptimo Día. La música sacra no debe evocar asociaciones seculares o invitar a la conformidad con normas mundanas de pensamiento o comportamiento.
«Música secular» es la música compuesta para ambientes ajenos al servicio de culto o de devoción personal. Apela a los asuntos comunes de la vida y a las emociones básicas del ser humano. Proviene de nuestro ser interior y expresa la reacción del espíritu humano ante la vida, al amor y el mundo en el que el Señor nos ha colocado. Puede elevar o degradar moralmente al ser humano. Aunque no está destinada a alabar a Dios, puede tener un lugar legítimo en la vida del cristiano. En su selección debe seguirse los principios presentados en este documento.
Principios para guiar al cristiano
La música con la que se deleita el cristiano deber ser dirigida por los siguientes principios:
Referencias:
“Una Filosofía Adventista del Séptimo Día acerca de la Música”
Dios ha entretejido la música en la trama misma de su creación. Leemos que cuando hizo todas las cosas “alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios” (Job 38:7). El libro de Apocalipsis describe el cielo como un lugar de alabanza incesante, que resuena en cánticos de adoración a Dios y al Cordero por parte de todos (Apocalipsis 4:9-11; 5:9-13; 7:10-12; 12:10-12; 14:1-3; 15:2-4; 19:1-8).
Debido a que Dios hizo al ser humano a su imagen, compartimos el amor y el aprecio por la música con todos los seres creados. De hecho, la música puede tocarnos y conmovernos con un poder que va más allá de las palabras o cualquier otro tipo de comunicación (1). La mejor música, la más pura, eleva nuestro ser hasta la misma presencia de Dios, donde los ángeles y los seres no caídos lo adoran con cánticos.
Pero el pecado ha lanzado una plaga sobre la creación. La imagen divina ha sido desfigurada y casi borrada; en todos los aspectos, este mundo y los dones de Dios nos llegan con una mezcla del bien y del mal. La música no es moral ni espiritualmente neutra. Puede elevarnos hasta la experiencia humana más sublime o puede ser usada por el príncipe del mal para rebajarnos y degradarnos, para despertar sensualidad, pasiones, desesperación, ira y odio.
La mensajera de Señor, Elena G. de White, continuamente nos anima a elevar nuestra perspectiva en cuanto a la música. Ella nos dice: «Cuando no se abusa de la música, esta es una gran bendición; pero mal empleada, es una terrible maldición» (El hogar cristiano, página 371) (2). «Debidamente empleada, es un precioso don de Dios, destinado a elevar los pensamientos hacia temas más nobles, y a inspirar y levantar el alma» (La educación, página 167).
En cuanto al poder del canto, ella escribe: «Es uno de los medios más eficaces para grabar en el corazón la verdad espiritual. Cuán a menudo la memoria recuerda alguna palabra de Dios al alma oprimida y a punto de desesperar, (mediante el tema olvidado de algún canto de la infancia), y entonces las tentaciones pierden su poder, la vida adquiere nuevo significado y nuevo propósito y se imparte valor y alegría a otras almas […] Como parte del servicio religioso, el canto no es menos importante que la oración. En realidad, más de un canto es una oración […] Al conducirnos nuestro Redentor al umbral de lo infinito, inundado con la gloria de Dios, podremos comprender los temas de alabanzas y acción de gracias del coro celestial que rodea el trono, y al despertarse el eco del canto de los ángeles en nuestros hogares terrenales, los corazones serán acercados más a los cantores celestiales. La comunión con el cielo empieza en la tierra. Aquí aprendemos la clave de su alabanza. (La educación, página 169).
Como Adventistas del Séptimo Día, creemos y predicamos que Jesús pronto vendra otra vez. En nuestra proclamación mundial de los mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis 14:6-12 llamamos a todos los pueblos para aceptar el evangelio eterno, alabar a Dios el Creador y prepararse para encontrar a nuestro Señor en su pronto regreso. Desafiamos a todos a elegir lo bueno y no lo malo, para que «renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo» (Tito 2:12,13).
Creemos que el evangelio afecta a todos los aspectos de la vida. Por eso, sostenemos que, dado el vasto potencial de la música para el bien o para el mal, no podemos ser indiferentes ante ella. Aunque percibimos que los gustos en música varían en gran manera de un individuo a otro, creemos que la Biblia y los escritos de Elena G. de White sugieren principios que pueden moldear nuestras elecciones.
«Música Sacra» (también llamada música religiosa) es una expresión que se usa en este documento para designar a la música que se centraliza en Dios, y en temas bíblicos y cristianos. En la mayoría de los casos, es música compuesta para ser utilizada en los cultos, en las reuniones de evangelización, o en la devoción personal, y puede ser música vocal e instrumental. Sin embargo, no toda música considerada sacra/religiosa puede ser aceptable para un Adventista del Séptimo Día. La música sacra no debe evocar asociaciones seculares o invitar a la conformidad con normas mundanas de pensamiento o comportamiento.
«Música secular» es la música compuesta para ambientes ajenos al servicio de culto o de devoción personal. Apela a los asuntos comunes de la vida y a las emociones básicas del ser humano. Proviene de nuestro ser interior y expresa la reacción del espíritu humano ante la vida, al amor y el mundo en el que el Señor nos ha colocado. Puede elevar o degradar moralmente al ser humano. Aunque no está destinada a alabar a Dios, puede tener un lugar legítimo en la vida del cristiano. En su selección debe seguirse los principios presentados en este documento.
Principios para guiar al cristiano
La música con la que se deleita el cristiano deber ser dirigida por los siguientes principios:
- Toda la música que el cristiano escuche, interprete o componga, ya sea sacra o secular, glorificará a Dios: «Si pues coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios» (1 Corintios 10:31). Este es el principio bíblico fundamental. Cualquier cosa que no pueda satisfacer esta norma elevada debilitará nuestra experiencia con el Señor.
- Toda la música que el cristiano escuche, interprete o componga, ya sea sacra o secular, debe ser lo más noble y lo mejor: «Por lo demás hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad» (Filipenses 4:8). Como seguidores de Jesucristo que esperamos y anhelamos unirnos a los coros celestiales, consideramos la vida en esta tierra como una preparación para, y un anticipo de, la vida por venir.
De estos dos fundamentos (glorificar a Dios en todas las cosas, y elegir lo más noble y lo mejor) dependen los demás principios los demás principios que se presentan a continuación para la selección musical. - La música debe caracterizarse por ser calidad, equilibrada, apropiada y auténtica. Fomentará nuestra sensibilidad espiritual, psicológica y social, y nuestro crecimiento intelectual.
- Apelará tanto al intelecto como a las emociones y tendrá un efecto positivo sobre el cuerpo.
- La música revelará creatividad y estará compuesta con melodías de calidad. Cuando utiliza armonía, esta debe ser usada de una forma interesante y artística, con ritmos que la complementen.
- La música vocal empleará letras que estimulen positivamente nuestras habilidades intelectuales así como nuestras emociones y nuestra fuerza de voluntad. Las buenas letras son creativas, ricas en contenido y de buena composición. Se concentran en lo positivo y reflejan valores morales; educan y elevan, y se corresponden con una teología bíblica sólida.
- Los elementos musicales y literarios deben obrar armoniosamente unidos para influir sobre el pensamiento y la conducta, en concordancia con los valores bíblicos.
- La música debe mantener un equilibrio prudente de los elementos espirituales, intelectuales y emocionales.
- Debemos reconocer y aceptar la contribución de distintas culturas en la adoración a Dios. Las formas y los instrumentos musicales varían en gran manera dentro de la familia Adventista del Séptimo Día mundial, y la música proveniente de una cultura puede sonar extraña para alguien de cultura diferente.
Referencias:
- “Es uno de los medios más eficaces para grabar en el corazón la verdad espiritual” (La educación, p. 168).
- Ella también dice que «justamente antes de la terminación del tiempo de gracia […] habrá vocerío acompañado de tambores, música y danza. El juicio de algunos seres racionales quedará confundido de tal manera que no podrán confiar en él para realizar decisiones correctas. Y a esto consideran como la actuación del Espíritu Santo. El Espíritu Santo nunca se manifiesta en esa forma, mediante ese ruido desconcertante. Esto constituye una invención de Satanás para ocultar sus ingeniosos métodos destinados a tornar ineficaz la pura, sincera, elevadora, ennoblecedora y santificadora verdad para este tiempo» (Mensajes selectos, t.2, página 41).